La grandeza, según la Biblia, no se mide por la riqueza, el poder o la fama, sino por la disposición de servir a los demás. A lo largo de las Escrituras, encontramos numerosas referencias que enfatizan la importancia del servicio desinteresado como un camino hacia la grandeza espiritual.
Jesús, el Mayor Ejemplo
Uno de los ejemplos más destacados de este principio se encuentra en el Nuevo Testamento, con las enseñanzas y acciones de Jesús. En el Evangelio de Mateo, Jesús enseñó a sus discípulos: «El que quiera ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo» (Mateo 20:26-27).
Jesús mismo vivió esta enseñanza de manera ejemplar al lavar los pies de sus discípulos como un acto de humildad y servicio (Juan 13:1-17). Su vida fue un testimonio de dar más que recibir, y su sacrificio en la cruz es el pináculo del servicio desinteresado por la humanidad.
Paulo y la Servidumbre
El apóstol Pablo también resaltó la importancia del servicio en sus epístolas. En Filipenses 2:3-4, escribió: «Nada hagáis por rivalidad o por vanidad; antes bien, con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no buscando cada uno su propio beneficio, sino el de los demás.» Este pasaje subraya la necesidad de poner las necesidades de los demás por encima de las propias como una manifestación de servicio y humildad.
El Sermón del Monte
El Sermón del Monte, registrado en el Evangelio de Mateo, contiene enseñanzas fundamentales sobre la grandeza espiritual. Jesús proclamó: «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia» (Mateo 5:6-7). Estas palabras enfatizan la importancia de buscar la justicia y mostrar misericordia como actos de servicio hacia los demás.
La Parábola del Buen Samaritano
Otra ilustración poderosa de la grandeza en el servicio se encuentra en la Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10:25-37). En esta historia, un samaritano, considerado un forastero y un enemigo por muchos judíos, muestra compasión y cuidado hacia un hombre herido al lado del camino. Este relato subraya que el prójimo es cualquier persona necesitada, sin importar su origen, y que el servicio desinteresado hacia otros es un mandato importante.
En resumen, la Biblia enseña que la grandeza se alcanza a través del servicio humilde y amoroso hacia los demás. Jesús, Pablo y numerosas escrituras nos recuerdan que la grandeza espiritual no está en la posición social o la acumulación de riqueza, sino en cómo tratamos y servimos a nuestros semejantes. Al seguir este principio, encontramos una forma profunda y significativa de vivir nuestras vidas de acuerdo con los valores bíblicos.

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