El salmo 119 es el más largo de la Biblia, con 176 versículos. Está dividido en 22 secciones, cada una con ocho versículos que empiezan con una letra del alfabeto hebreo. El tema principal del salmo es la palabra de Dios, que se describe con diferentes términos como ley, mandamientos, testimonios, preceptos, estatutos, juicios, promesas y palabra.
El versículo 160 dice: «La suma de tu palabra es verdad, y eterno es todo juicio de tu justicia». Este versículo resume la enseñanza del salmo sobre la palabra de Dios, que tiene dos características principales: es verdad y es eterna.
La palabra de Dios es verdad porque refleja su carácter y su voluntad. Dios no puede mentir ni engañar, y su palabra es fiel y confiable. La palabra de Dios nos revela quién es Dios, qué ha hecho por nosotros, qué espera de nosotros y qué nos ha prometido para el futuro. La palabra de Dios es la fuente de la sabiduría, el conocimiento, la instrucción y la corrección que necesitamos para vivir conforme a su voluntad.
La palabra de Dios es eterna porque no cambia ni se desvanece. Dios es el mismo ayer, hoy y siempre, y su palabra permanece para siempre. La palabra de Dios tiene autoridad sobre todas las cosas creadas, y nada puede anularla ni contradecirla. La palabra de Dios es el fundamento de nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra salvación.
El mensaje del salmo 119:160 para la humanidad es que debemos amar, valorar, estudiar, obedecer y proclamar la palabra de Dios. La palabra de Dios es nuestro tesoro más preciado, nuestra guía más segura, nuestra luz más brillante y nuestra arma más poderosa. La palabra de Dios nos transforma, nos consuela, nos fortalece y nos bendice. La palabra de Dios es la verdad que nos hace libres.
¿Cómo podemos aplicar este mensaje hoy? Podemos aplicarlo de varias maneras:
– Amando la palabra de Dios con todo nuestro corazón, alma y mente. Reconociendo que la palabra de Dios es más dulce que la miel y más deseable que el oro.
– Valorando la palabra de Dios como nuestra posesión más importante. Guardándola en nuestro corazón y meditando en ella día y noche.
– Estudiando la palabra de Dios con diligencia y atención. Buscando entender su significado e interpretación correcta. Comparando las Escrituras con las Escrituras y usando herramientas como diccionarios bíblicos, comentarios y concordancias.
– Obedeciendo la palabra de Dios con fidelidad y alegría. Haciendo lo que ella nos manda y evitando lo que ella nos prohíbe. Demostrando nuestro amor a Dios por medio de nuestra obediencia.
– Proclamando la palabra de Dios con valentía y pasión. Compartiendo el evangelio con los que no lo conocen y edificando a los que sí lo conocen. Defendiendo la verdad bíblica ante los ataques del enemigo.

Descubre más desde Catalina Rey
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.